"Entre el abrazo grande, grande...que no te di..."Se acumulan.
Y cada vez se van haciendo más grandes. Empieza siendo algo insignificante, algo que ignoras, que te es indiferente. Tampoco te lo habías planteado, pero entra poco a poco, de forma sutil, pero devastadora , y sin darte cuenta lo tienes delante; y lo deseas, lo deseas con todas tus fuerzas, y vives para ello, vives para conseguirlo.
De un tiempo a esta parte todo gira en torno a esos pensamientos; pensamientos que ahogan, que forman nudos en la garganta y crean marejadas en el estómago. Pensamientos que hacen gritar en tu interior, que desgarran..sentimientos que hacen amar.
No sabes si sentiste algo igual..posiblemente no, es desconocido, asusta, inquieta..es impredecible.
Te miras frente al espejo, e intentas analizar esos pensamientos, comparas, te miras a tí misma, pierdes confianza, no sabes si ganar, si perder, si retirarte, si luchar...
Sabes lo que quieres.. lo necesitas, como el aire para respirar o los pies para caminar. Se ha convertido en tu rutina; una rutina que deseas que ocurra cada segundo de tu vida.
Todo es diferente; los olores, las texturas, el color, las formas..todo ha cambiado.
Te gusta el cambio, estás agusto..pero vuelve el miedo. Esa rutina engancha..es una droga. Una droga difícil. Una droga que me gusta, y que sostiene mi presente..una droga de la que no me quiero desenganchar, porque me da la vida.
Una droga que me recuerda por qué sonrío cuando me despierto, por qué sonrío cuando conduzco, cuando me ducho, incluso cuando duermo.
Porque da la felicidad...y tengo miedo a perderla.
