"SEGURO QUE HABRÁ BAILE"
- Hola, George.
- ¡Eh, preciosa! ¿Te estás divirtiendo?
- No especialmente pero he hecho lo que había venido a hacer.
- ¿Les has hecho romper?
- No, les he dicho adiós.
- Buena chica, estoy orgulloso de tí. Y aún lo estaría más si estuvieras bailando.
- Tengo grandes planes para bailar, sólo dame 30 o 35 años.
- Uhm, la desdicha... la exquisita tragedia... la Susan Hayward de todo esto. Puedo imaginarte ahí sentada sola con tu vestido de color lavanda.
- ¿Te había dicho que mi vestido era así?
- El pelo recogido... y sin probar la tarta. Seguramente tamborileando con tus uñas sobre el mantel blanco de lino, como sueles hacer cuando te sientes realmente hundida. Puede que incluso mirándote las uñas y pensando 'George, tenía que haber parado todo este malvado complot para hacerme la manicura', pero ya es tarde.
- George, yo no te dije que mi vestido era de color lavanda.
- De pronto, una canción familiar... Y te levantas de la silla con un movimiento exquisito. Pregúntandote, buscando, husmeando el aire como un ciervo moldeado. ¿Acaso Dios ha oído tu pequeña plegaria? ¿Volverá a bailar Cenicienta? Y entonces, de repente, la multitud se aparta y ahí está él. Elegante... con estilo... radiante de carisma.
Curiosamente, está al teléfono. Pero en fin, tú también. Y él va hacia tí con los andares de un gato salvaje. Y aunque tú acertadamente sientes que es gay, como lo son la mayoría de los solteros arrolladoramente guapos de su edad, piensas '¿qué demonios?':
La vida sigue. Quizá no habrá matrimonio, quizá no
habrá sexo... pero por Dios seguro que habrá baile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario